Alumnos de Primer Año de Periodismo relatan lo que fue su vivencia del viaje de estudios efectuado hace unos días.
Por Ignacio Abad Parraguez y Diego Fuentes Riffo
Era temprano, hacía frío, pero eso no importaba, pues el bus llegaba. Imposible fue poder disimular sus caras de entusiasmo al abordarlo. Toda la semana esperaron aquel día: era la primera salida a terreno del curso. Se sabía que el destino era Chillán, no obstante, jamás pensaron que el viaje permitiría conocer más de lo que se anhelaba.
Por cosas de la vida, esta experiencia es compartida por alumnos locales y foráneos. Para algunos, viniendo de Santiago, la concepción que se tiene sobre el impacto del terremoto es distinta a la que uno podría tener viviendo en la zona. Es un asombro mayor poder imaginarse a qué altura llegó el mar desde Talcahuano. Las dimensiones ahora se entrecruzan.
Así viajamos primero a Talcahuano. A la ciudad puerto se le asocia por el mar, el puerto y también se ha caracterizado por ser un asentamiento urbano en torno a la industria. Una vez instalada, se desprende de ella una oportunidad de trabajo, de surgir, y de esa manera es que se ramifican en su seno las diversas poblaciones que rodean la periferia de ésta, como lo es Hualpén, en un caso particular.
Los jóvenes al recorrer teniendo como guía uno de sus profesores, se percataron que la realidad de Concepción no sólo estaba es un perímetro pequeño cuya delimitación llegaba hasta un poco más del centro de ésta. En el recorrido inicial vieron en localidades aledañas imágenes dignas de esos filmes post guerra. Fueron testigos de cómo la naturaleza en un par de minutos es capaz de destruir todo lo hecho por el hombre.
Con su aroma inconfundible, dirían los penquistas, la ahora “zona cero”, Talcahuano, sigue en constante reparo frente a la destrucción provocada por el terremoto y posterior tsunami del año pasado, que ciertamente dejaron fisuras en la conciencia de quienes lo sufrieron. Las marcas siguen visibles hasta el día de hoy; basta con recorrer y ser testigo de lo que una vez la ola miraba con cautela en la costa. Pese a ser un recorrido superficial de la comuna “chorera”, justamente es lo suficiente para generar esa conciencia y particularmente en nuestro caso, que la mayoría de los ingresados este año son oriundos de otra región, conozcan lo ocurrido en su nuevo hogar.
Rumbo a Chillán
Conocer la región es algo que como periodistas debemos manejar si o si.
Seguimos nuestro viaje. Ubicada en la provincia de Ñuble se encuentra Chillán, cuna de Bernardo O’Higgins, Claudio Arrau o Marta Colvin, entre otros, nos adentraremos en lo que es una de las principales fuentes laborales, y pioneras, del periodismo regional. La prensa escrita, en el ámbito periodístico moderno, se remonta hacia el siglo XIX donde la máquina de linotipia creada por Otto Mergenthaler, en 1884, revolucionaría la imprenta.
En 1870, para ser exacto, nace el diario “La Discusión” de Chillán, segundo periódico en circulación más antiguo de Chile, el cual en nuestra visita al lugar nos entregó antecedentes que ya están en la historia. Ciertamente, la difusión de este medio inicialmente semanal impulsó una necesidad de estar al tanto del entorno. Con el pasar de los años, su difusión se haría tres veces por semana, hasta que en 1936, este ya se imprimía diariamente.
Pero “La Discusión” no sólo sirve hoy como apoyo de las noticias por escrito, sino que también tiene una radio y un canal de televisión, todo lo cual tuvieron el gusto de asistir nuestros futuros periodistas. Ahí entendieron que la comunicación no es algo casual, sino una necesidad. Que la gente necesita saber, y que existen variadas formas de saciar aquella necesidad.
Después de salir muy alegres de ese edificio histórico, nuestros jóvenes conocieron algo tan característico de Chillán como lo son la Feria y el Mercado Municipal. Algo interesante pues era un escenario completamente desconocido para muchos. Al volver, al bus, nos dirigimos al Campus Chillán de la UdeC para almorzar en su casino y seguir con el programa.
Comercio exportador
Temprano en la tarde, siempre en Chillán, visitaron la “Frutícola Olmué”, empresa que les mostraba una faceta no muy conocida: el comercio de exportación. Este importante rubro comercial ha tenido un crecimiento muy grande gracias a los diversos tratados de libre comercio, el avance en la infraestructura e impulso económico constante del país. Pero un tratado de esa índole no sería nada sin el trabajo de la gente que, por medio de orden y trabajo en equipo, se llegaba a un resultado asombroso. Los futuros periodistas quedaban sorprendidos al presenciar cómo era procesada la fruta, y vieron que en el último destino de su salida, aprenderían algo que ayudaba bastante a lo que respecta a su formación profesional.
Además lo visto nos mostraba una cara no muy conocida por la gente acerca del comercio. Lo que entra en esas cámaras de refrigeración es chileno, pero al momento de salir emigra fuera del país.
Aquel 8 de abril, nuestros protagonistas, jóvenes estudiantes de periodismo, comprendieron que en una simple salida a terreno, que parecía un paseo común y corriente, pudieron entender y aprender un sinfín de nociones sobre lo que es un espejo y de lo que se deberán pronto enfrentar. La tarea de un periodista es estar en todas partes, ser un puente entre las personas. Por eso es necesario tener siempre “otra mirada”.